lunes, 27 de septiembre de 2010

FALLECIO DANIEL MANRIQUE "TEPITO ARTE ACA"

FALLECIÓ EL “ÑERO” DANIEL MANRIQUE, TEPITO ARTE ACÁ

El pasado 22 de agosto, víctima de embolia, falleció el muralista y ensayista Daniel Manrique Arias, creador del concepto “Tepito Arte Acá”. Para los que tuvimos el honor de su cercanía, la noticia nos caló el alma sobremanera, ya que si bien su obra perdurará entre nosotros, su ausencia y su verbo de verdadero artista comprometido con su clase social y cultural nos hará mucha falta.
            La última vez que platiqué con Daniel, fue en el mes de julio durante una sesión en el taller de dibujo que impartía en el Centro de Artes y Oficios “Escuelita Emiliano Zapata” del Pedregal de Santo Domingo Coyoacán (donde está parte de su obra). Como siempre me pitorreó para luego obsequiarme su libro “A propósito del choro ese qué es dios, qué es el arte y los humanos ¿qué pitos tocan?”. Que en sus interiores contiene, además de viñetas y dibujos, una serie de aseveraciones tales como la siguiente:

“Los humanos tal como somos, somos un compuesto de reflexión y espejismos. Somos el efecto atmosférico de luz y de colores. Es lo mismo, lo mismo que reflejos y espejismos. El pensamiento y la imaginación ¡a güevo! También son reflejos y espejismos de luz y de colores”.

Páginas adelante dice:

 “Mientras no se demuestre lo contrario, los humanos estamos solitos y abandonados en el espacio cósmico sideral y en vez de estar unidos en cordialidad y paz, va de nuez, más nos partimos la madre: que infames y viles somos los humanos (…) la neta, no es que los humanos estemos divididos en buena gente y gente ojete (…) Pregunto ¿qué tiene de malo que a cual más se clava en lo malo y que tiene de malo lo bueno que la mayoría le da vuelta a lo bueno? Un dicho muy tepiteño y en sí muy generalizado, dice: ¿ser bueno?, ¿ser bueno? Pos ni que fuera yo pendejo, ¡chale!”.

Y acerca de Dios nos refiere:

“Dios, en cualquier creencia, en cualquier religión es energía (…) al mismo tiempo o simultáneamente, Dios es no sé, Dios es quién sabe. Esto se convierte en conocimiento. El conocimiento se convirtió en amor, el amor infinito, Dios es infinito, el conocimiento es infinito, la energía es infinita”.

Esa última vez que platiqué con él, antes de que abordara la combi a CU, me comentó: “La neta, yo no sé si llegue a noviembre, me siento ya muy cansado”. Se le miraba deprimido, más pesimista que de costumbre, y traté de animarlo sin conseguirlo.
            Una semana antes de su deceso, el promotor cultural Fernando Díaz Enciso, me contó que Manrique estaba muy enfermo y que había que hacer algo para ayudarlo en los gastos de su recuperación. Le propuse realizar un evento-recaudación de fondos económicos en “La Escuelita” o en el Museo Nacional de Culturas Populares. Quedamos en que lo consensuaríamos con Brisa –esposa de Manrique-.
            Tres días después me comuniqué por teléfono a casa de Daniel, me contestó Brisa. Pedí hablar con Daniel. Brisa me dijo que dormía, pero que llamara más tarde. También me dijo que toda la familia había sufrido una fuerte infección respiratoria y que Manrique había sido el más afectado, pero que ya se estaba recuperando. Cosa que no sucedió, porque muy de mañana, Fernando Díaz fue a mi casa a informar de su lamentable defunción.
            En la noche acudí a su sepelio, que se llevó acabo en el Centro Comunitario de Campamentos Unidos de la colonia Guerrero. A la entrada de dicho recinto, me encontré a la desconsolada Brisa, a quien di mi pésame. “Ya no pudiste hablar con él”, me dijo. “Pues sí”, le contesté. En eso se apareció Carlos Plascencia, quien durante la aparición del EZLN fungía como Director del Museo Nacional de Culturas Populares, y uno de los amigos más cercanos de Daniel Manrique. Luego de intercambiar algunos comentarios, se acercó a nosotros Mario Puga, editor de la revista “La hija de la palanca”. Lo saludé con efusión, luego me excusé para entrar al patio del centro cultural, donde, en medio de flores y coronas con las condolencias de sus camaradas, cuadros con autorretratos y montado sobre un caballete su inseparable morral de cuero, estaba el féretro que contenía los restos de Daniel.
            Alrededor, pegados a los murales que Manrique pintó, el barrio en pleno condolido por la muerte de su ñero: Luis Arevalo, Temo (del grupo Son como son), el reportero cultural de La Jornada Arturo Jiménez, la actriz Irma Cabral, Fernando Díaz, el escultor Sixto Sánchez Reyes… en fin… sus ñeros y ñeras de toda la vida de Tepito, Neza, el Pedregal de Santo Domingo, y de otros barrios y colonias de la ciudad de México.
            A pesar de que Daniel Manrique, como bien lo dijo uno de sus ñeros “dejó muchas pistas de él”, la noticia de su muerte no se hizo notoria en los medios de comunicación, salvo el periódico La Jornada, y posteriormente Milenio y el Universal, pero a pesar de ello, como siempre, la voz del barrio se abrió paso, y nos llegó la fatal noticia: que puedo decir, que me duele el corazón por su partida, que Daniel fue un gran ser humano que me aportó grandemente, que lamento y lamentaré el resto de mi vida su ausencia. En fin, esta no es una despedido, sino un hasta luego. Y termino parafraseando las frases de una de las ofrendas florales que franquearon su féretro: “¡Adiós amigo, tú que le pintaste huevos al mundo!”.

*Los restos del maestro Daniel Manrique fueron depositados en el panteón Jardines del Recuerdo, de la carretera a Querétaro.
           


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